EN LIVIGNO
EL SUEÑO EXISTE SIEMPRE
La noche del sábado transcurre feliz: una buenísima pizza en un pueblo
cercano junto a Sabina, Eugenio y dos amigas suyas; luego la vuelta a
Livigno y el encuentro con Chiara y su amigo Fabio (que baglioniano
propiamente no es, pero nos soporta de buen grado, suscitando mi
admiración por su estoicismo, tanto que vendrá también al concierto el día
después, transformado por Chiara ¡en un fotógrafo de altísimo nivel!).
Para completar la agradabilísima velada, con Chiara y Fabio vamos a un pub
muy bonito donde suena música en directo. Cuando salimos del pub es ya
media noche pasada y un magnífico cielo estrellado nos dice que al día
siguiente, el tiempo, desmitiendo la tradicional trienal "negra" del Ice
Party del 25 de abril en Livigno, no podrá ser más que espléndido...¡un
justo marco para la exhibición esperadísima de nuestro Grand'Uomo! Domingo 25 de abril de 2004. Tal como habíamos decidido de común acuerdo la noche precedente, nos encontramos todos juntos (Sabina, Eugenio y sus dos amigas; Chiara y Fabio con la que suscribe) a las 10.15 h, dirección Mottolino.
En el intervalo llega fresca fresca de Milán también la volcánica Nicole, amiga de Chiara. Allí conozco luego -como siempre sucede en los conciertos de Claudio- otras personas excelentes. Una mención particularmente afectuosa desde aquí a Fabrizia de Valfurva, coetánea mía, que me confía que ama y escucha a Claudio desde siempre pero que es absolutamente su primer concierto "live"... Charlando con todos estos amigos -seminuevos, nuevos y novísimos, todos unidos por Claudio, denominador y catalizador por excelencia- la "vigilia" de espera ya ha transcurrido. Nuestra atención, mientras, la ha centrado la presencia de un helicóptero en fase de aterrizaje sobre las pistas (todos hemos pensado enseguida que se trataba de Clà, porque en serio no me lo imaginaba tomando el funicular junto a un montón de fans enloquecidas). Otro momento excitante durante la espera ha sido el del ensayo, por otro lado ensayo muy reducido respecto al ritual casi litúrgico que con "Crescendo" nos había acostumbrado. Vemos a Paolo Gianolio -que de vez en cuando nos hace "ciao ciao" con la mano- hacer misteriosas tomas con una cámara de vídeo (¿más material que añadir al ya seguro nuevo DVD?). Todos los músicos llevan bufandas coloreadas (rojas, azules, amarillas,...)y tienen el aspecto de estar un poco helados, pobrecitos.
Este especialísimo concierto, en cuanto a la scaletta, se revela como un "Crescendo"
a todos los efectos, solo un poco recortado aquí y allá (dura
aproximadamente una hora menos respecto al "Crescendo" clásico ¿acaso no
es lógico a 2.500 metros de altura? ¡Ya dos horas de duración son un
resultado absolutamente extraordinario para quien cante allá arriba!).
Obviamente va todo vestido de negro, con algunas variaciones
respecto a su habitual "conjunto de Fonzie", como lo llamo yo: bajo la
bufanda de lana lleva en efecto un gersey también negro, dentro de los
pantalones ceñidísimos; encima lleva
un anorak negro con inserciones
verticales de piel, originalísimo por su forma y diseño, que nos arranca
entusiásticos consensos "de moda" a nosotras, las chicas de las primeras
filas de delante del escenario...Le está muy bien...A mitad del concierto
se lo quitará, quedando con otra cazadora negra...Claudio también "en
altura" tiene los movimientos de una pantera, es muy sensual tal como
desde hace tiempo nos hemos acostumbrado a admirarlo ¡tan diferente del
muchacho melenudo -ya bastante fascinante pero efectivamente taciturno y
un poco rígido- que estaba en el escenario de los conciertos de los años
ochenta (¡Yo estaba!)...
El concierto propiamente
dicho es de nivel sencillamente fenomenal por la potencia y la pureza de
la voz de Clà, además de por el brío y la vivacidad que él derrocha a
manos llenas. Es extraordinario si se piensa que Claudio acabará el
concierto después de dos largas horas (la crónica de la Provincia de
Sondrio, periódico local, el lunes siguiente, evidenciará que jamás
ninguno de los conciertos del Mottolino ha durado tanto) a más de 2.500
metros de altitud, respirando así pues un aire mucho más enrarecido que el
usual...Él no ha parecido resentirse ni una pizca por la altitud y sigue
durante todo el tiempo haciéndonos las delicias con sus agudos y sus notas
finales larguísimas (que personalmente me hacen enloquecer: perdí
completamente la voz a fuerza de gritarle "¡Bravo!" después de cada una de
estas interpretaciones vocales), mientras los músicos -entre los cuales en
particular el mismo Gianolio- continuaban sin parecer vivarachos ni
reaccionaban físicamente, pobrecitos, tanto que, al final, ¡hasta el
Gran'Uomo se burlaba de ellos de modo afectuoso por su escasa resistencia!
-"Te amo, lo juro, lo juro por Arturo" (durante el estribillo de QPGA,
riendo como un niño). Que yo sepa lo había hecho hasta el momento sólo en
el Palalottomatica el pasado febrero y yo envidiaba un poco al público
romano porque había tenido la fortuna de asistir a este gag hilarante.
¡Gracias Claudio por haberlo "repetido" en Livigno!
Me emocionó ver a Claudio sonriendo y mirando estático - mientras que él
cantaba en el escenario - un papel que volaba en el viento, como en
aquella escena muy bonita de la peli norteamericana American Beauty
(1999), si alguno de vosotr@s la ha visto ...
Al más puro "estilo Crescendo", el concierto concluye con la clásica
tríada "Io sono qui- La vita è adesso-Via". También "Via" la cantó. Ha terminado, desgraciadamente. Y ya el sentido de vacío tan típico del post-concierto me invade mientras volvemos al valle con el funicular. Mis amigos lombardos vuelven todos a sus respectivas casas la misma noche, mientras yo soy la única de nuestra pandilla que se quedará a dormir otra noche en Livigno. ¿Qué hago en estas horas que me quedan antes de cenar? Me decido por hacer unas compras -muy conveniente aquí- en una tienda de perfumería. Al salir de allí, capta mi atención un letrero de fotógrafo..."Revelado rápido en 25 minutos". ¡Fantástico! Podré tener enseguida conmigo las imágenes de este inolvidable concierto blanco...Depositados mis tres carretes en la tienda del fotógrafo, me doy otra vuelta sin rumbo y me tropiezo con Chiara, Fabio y Nicole que están partiendo en coche; los saludo definitivamente y vuelvo a la perfumería para acabar de comprar.
Ya este "intermedio" del todo inesperado bastaría para coronar dignamente la jornada, pero...¡mi suerte no ha terminado todavía! Veo a Fabione y a su colega entrar en un hotel a dos pasos de allí, el Hotel Spol...Acabo de descubrir -de casualidad del todo- donde se aloja Claudio. Entro con aplomo en el hotel; en la recepción hay una señora no muy joven de cara bonachona. Tengo aún el Pass del Clab en el cuello, estoy aún vestida "de concierto"...La señora sonríe y me confirma que Claudio está hospedado allí. "En este momento está en la habitación, si quiere dejarle un escrito, otros lo han hecho ya" (me enseña un gran sobre blanco hinchado, lleno de sobres más pequeños)..."Después le haré subir yo todo a la habitación...". No soy persona "fanática de ídolos", verdaderamente no, pero ¿vosotros qué habríais hecho en mi lugar en aquel trance? Relleno de prisa el cartoncito con sobre que la gentil señora de la recepción me ofrece. Escribo muy desordenadamente a Claudio lo que me viene a la mente en ese momento...que soy yo la autora de la foto que Fabione quizás le ha entregado ya; que he hecho 9 horas de viaje sin cerrar ojo y otras tantas que me haré al regreso, porque valía mucho la pena; que lo sigo inmutablemente desde 1975; que hoy en Livigno él simplemente se ha superado...Le escribo también mi dirección de casa (en la para mí improbable y remota posibilidad que sintiese el deseo de escribirme allí). En el sobre que contiene el cartoncito escribo "Para Claudio -Grand'uomo- Livigno 25.4.2004". Doy las gracias a la señora de la recepción y salgo. "¿Y ahora qué hago'", pienso. "Está claro pues, aquí fuera hay un banco confortable y yo tengo un montón de fotos que meter en el álbum que acabo de comprar...Tengo, al fin y al cabo, una excusa más que válida para estarme sentada aquí fuera en el banco y echar de vez en cuando alguna mirada estratégica...". Así lo hago. Unos pocos minutos después se une a mí otra chica. Congeniamos al instante, ya me he dado cuenta desde hace tiempo que esto es una praxis normal entre los baglionianos. Ella es Antonella, de Génova, pero sus padres son del Véneto como yo. Antonella me dice que hace poco que ella está dando vueltas por allí, precisamente desde que le pareció ver a Claudio -o a su doble- asomarse a la ventana. Le confirmo que Claudio se aloja justo allí y decidimos esperar juntas eventuales nuevos acontecimientos. Despues de unos 20 minutos más o menos, comienza a notarse una cierta agitación "in loco" (en el lugar); grandes coches de cristales tintados llegan al edificio que está delante de la entrada del hotel...Desde la ventana del hall vemos que mientras tanto han bajado Fabione y Paolo Gianolio. Baja también Rosella y ella es quizás la primera en salir del hotel. Lleva un largo abrigo blanco con los bordes de piel blanca, está guapísima, bronceadísima como siempre, el pelo largo negro suelto por la espalda. Me la encuentro justo de frente. Le suelto: "¿Rossella...?". Ella, gentilísima como todas las personas que he encontrado en esta inesperada y afortunada "contraprogramación", asiente sonriendo. Le digo a Rossella lo mismo que le había dicho a Fabione respecto a la belleza extraordinaria -y especial en su totalidad- del concierto de hoy, de nuevo expresando toda mi admiración por la inmensa interpretación vocal de Claudio a una cota de 2.500 metros. La sonrisa de Rossella se ensancha, mientras ella añade con calor a mi breve análisis del concierto: "Sí, sí, tienes razón...ha salido muy bien...¡Estamos todos de verdad contentos!". Le enseño mi voluminoso álbum fotográfico con las imágenes de Claudio en el concierto, preguntándole si quiere autografiármelo. Rossella tiene algo de reparo y me dice: "Sí...más bien no, mi firma aquí no estaría bien, es tan bonito, háztelo autografiar sólo por Claudio en la primera página...". Acabamos alcanzando una especie de compromiso, en el sentido que Rossella me escribe una pequeña dedicatoria bastante bonita en la última página del álbum y no en la primera. Le doy la mano diciéndole que he tenido mucho gusto en conocerla, lo que es la pura verdad; me ha impresionado la extrema disponibilidad, gentileza y sencillez de la compañera de Claudio. Mi nueva amiga Antonella, que ha asistido a la escena, me propone entonces
entrar en el hall: ha visto que Claudio, por fin ha bajado y ya está allí
firmando sus autógrafos, rodeado de un grupo reducido de admiradores.
Entramos también nosotras...la cara de Claudio es de verdad bellísima a
pocos centímetros de distancia, mucho más que en TV o en fotografía. Como
siempre me arrebata la increíble dulzura de su sonrisa.
La "comitiva" en grupo sale del hall. Antonella me dice que, mientras, le
ha logrado hacer algunas fotos de cerca a Cla' y me pide que le escriba mi
dirección de casa para podérmelas enviar.
N.B.: Está sonando el midi de "Giorni di neve"
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