PER LA VERSIONE ITALIANA

 

DÍAS DE NIEVE EN LIVIGNO

 por Alberta (24-IV-04)

 

 

 

EN LIVIGNO EL SUEÑO EXISTE SIEMPRE

Sobre el papel parecía una locura...9 horas de viaje el sábado 24 de abril para llegar desde mi casa (Venezia) a Livigno (¡¡¡ Primero un tren desde Mestre a Milán con salida a las 8.30, un segundo tren desde Milán a Tirano; primero autobús desde Tirano a Bormio; autobús finalmente desde Bornio a Livigno (frontera con Suiza en Los Alpes) con llegada a las 17.30 !!!).

Otras tantas horas de viaje previstas para el regreso del lunes 26 de abril (ya, porque yo no sé conducir...), todo por asistir, el domingo 25, a un concierto de Claudio en un tan sugestivo como insólito escenario, entre pistas nevadas del Mottolino a 2.500 metros de altitud.


¡Ha resultado algo muy diferente a una locura! Livigno permanecerá en mi corazón por siempre con el recuerdo de aquella que hasta ahora puede seguramente decirse la más particular, especial y emocionante entre mis experiencias baglionianas, iniciadas en el 1975 -a los 11 años- con el encanto que me suscitó escuchar "Poster" y seguidas con mi primer concierto de Clà, al cual asistí en mi ciudad cuatro años después...experiencias poco a poco enriquecidas, en casi 30 años, de tantos otros momentos memorables.

Recién llegada a esta deliciosa perla montañesa a dos pasos de Suiza, me pego al móvil: están Sabina y Eugenio de Cantú que voy a reencontrar, con mucho placer (nos conocimos finalmente, no ya sólo vía teléfono y mail, el 27 de marzo pasado en el segundo de los dos "Crescendo" de Padova); luego está Chiara, mi dulcísima joven cyberfriend (a la que jamás agradeceré bastante el haberme comprado con mucha anticipación la entrada-skipass para Morbegno, su ciudad): no veía la hora de conocerla en persona y debo decir que "en directo" es aún más simpática ¡si cabe!.

La noche del sábado transcurre feliz: una buenísima pizza en un pueblo cercano junto a Sabina, Eugenio y dos amigas suyas; luego la vuelta a Livigno y el encuentro con Chiara y su amigo Fabio (que baglioniano propiamente no es, pero nos soporta de buen grado, suscitando mi admiración por su estoicismo, tanto que vendrá también al concierto el día después, transformado por Chiara ¡en un fotógrafo de altísimo nivel!). Para completar la agradabilísima velada, con Chiara y Fabio vamos a un pub muy bonito donde suena música en directo. Cuando salimos del pub es ya media noche pasada y un magnífico cielo estrellado nos dice que al día siguiente, el tiempo, desmitiendo la tradicional trienal "negra" del Ice Party del 25 de abril en Livigno, no podrá ser más que espléndido...¡un justo marco para la exhibición esperadísima de nuestro Grand'Uomo!
Dulcis in fundo (como remate) de esta primera jornada valtelinesa (alpina), mi habitación de hotel no podía ser más bella y confortable, aunque no me costó en absoluto un ojo de la cara, por otra parte. Una última "buena señal" para el gran día del día siguiente, 25 de abril, pienso, adormeciéndome satisfecha con la voz de Claudio que sale de la prisión de mi lector de CD portátil (la "opera omnia" de nuestro Claudio ha viajado efectivamente conmigo: ¡No sé cómo habría conseguido, sin la ayuda de sus canciones, superar indemne las famosas nueve horas pasadas entre trenes y autobuses a lo largo de toda la Lombardía!).

Domingo 25 de abril de 2004.

Tal como habíamos decidido de común acuerdo la noche precedente, nos encontramos todos juntos (Sabina, Eugenio y sus dos amigas; Chiara y Fabio con la que suscribe) a las 10.15 h, dirección Mottolino.

Aparcamos el coche en el valle y entramos en los pequeños vagones blancos del comodísimo funicular. He abrochado la entrada skipass junto a mi pass de clabber y los dos ahora cuelgan del lazo naranja con el escrito "Sono io" que me regaló mi amigo Antonio hace poco tiempo. Decidí esa mañana acentuar este cromatismo (que obviamente hace recordar enseguida el último disco de Claudio, muy querido para mí) eligiendo, entre dos viejos gerseys de felpa que había traido conmigo, justo el naranja...

 Alberta (izquierda) y Chiara (derecha)


El tiempo es espléndido, y eso es poco. Llegamos a las 10.30 a la cima y esto nos permite colocarnos a un metro del escenario, apoyados a la barandilla. Claudio comenzará solo a las 14.00, así que se trata de permanecer en pie durante horas y horas de "vigilia" además de durante la "fiesta" entera, pero naturalmente ¡sé ya que merecerá de verdad la pena!

En el intervalo llega fresca fresca de Milán también la volcánica Nicole, amiga de Chiara. Allí conozco luego -como siempre sucede en los conciertos de Claudio- otras personas excelentes. Una mención particularmente afectuosa desde aquí a Fabrizia de Valfurva, coetánea mía, que me confía que ama y escucha a Claudio desde siempre pero que es absolutamente su primer concierto "live"...

Charlando con todos estos amigos -seminuevos, nuevos y novísimos, todos unidos por Claudio, denominador y catalizador por excelencia- la "vigilia" de espera ya ha transcurrido.

Nuestra atención, mientras, la ha centrado la presencia de un helicóptero en fase de aterrizaje sobre las pistas (todos hemos pensado enseguida que se trataba de Clà, porque en serio no me lo imaginaba tomando el funicular junto a un montón de fans enloquecidas). Otro momento excitante durante la espera ha sido el del ensayo, por otro lado ensayo muy reducido respecto al ritual casi litúrgico que con "Crescendo" nos había acostumbrado. Vemos a Paolo Gianolio -que de vez en cuando nos hace "ciao ciao" con la mano- hacer misteriosas tomas con una cámara de vídeo (¿más material que añadir al ya seguro nuevo DVD?). Todos los músicos llevan bufandas coloreadas (rojas, azules, amarillas,...)y tienen el aspecto de estar un poco helados, pobrecitos.

De repente, en el curso de este ensayo tan diferente del usual, la maravilloso y cálida voz de Claudio emerge de las cajas de sonido...Pero ¿él donde está? No se le ve...No logramos comprender dónde se está escondiendo, el picaruelo...quien, finalmente -puntualísimo a las 14.00, quizás incluso algún minuto antes- aparece, sonriente y con sus gafas de miope sobre la nariz (se las quitará después de haber cantado las primeras canciones), sobre el bonito escenario super elevado, que ha sido decorado abierto enfrente al magnífico panorama representado por las pistas de ski y por las cumbres nevadas, después de una breve presentación a cargo de Elenoire Casalegno y de un dj local.

Este especialísimo concierto, en cuanto a la scaletta, se revela como un "Crescendo" a todos los efectos, solo un poco recortado aquí y allá (dura aproximadamente una hora menos respecto al "Crescendo" clásico ¿acaso no es lógico a 2.500 metros de altura? ¡Ya dos horas de duración son un resultado absolutamente extraordinario para quien cante allá arriba!).
Claudio esta vez no puede contar con su ingeniosa "casa" móvil, proyectada y diseñada por él mismo (debo decir que la inteligencia y la creatividad tan ecléctica de este hombre me fascinan al igual que su voz de escalofrío, de su música super fina y de sus versos bellísimos...), y ni siquiera con el cuarteto de cuerdas femenino, pero el juego de luces -también en este caso a cargo de Mariano Detassis, que he visto dar vueltas por el escenario durante los ensayos- es, de todos modos, de un efecto extraordinario, hasta en un escenario, éste del Mottolino, que seguramente es mucho más espartano respecto a los faraónicos a los que Claudio nos ha habituado ya.
¿Y qué decir del propio Claudio? Desde el principio hemos entendido perfectamente que hoy habrá de qué divertirse...con él: agudo y bromista -como ya lo había comprobado en los ensayos del doble "Crescendo" de Padova el mes precedente- goza de espléndida forma física, mientras brinca alegre a lo largo del simple escenario rectangular de tipo teatral...Reparte dulcísimas sonrisas y salidas ingeniosas, está relajado y bronceado, aparece en verdad descansado y con las baterías super cargadas.

Obviamente va todo vestido de negro, con algunas variaciones respecto a su habitual "conjunto de Fonzie", como lo llamo yo: bajo la bufanda de lana lleva en efecto un gersey también negro, dentro de los pantalones ceñidísimos; encima lleva un anorak negro con inserciones verticales de piel, originalísimo por su forma y diseño, que nos arranca entusiásticos consensos "de moda" a nosotras, las chicas de las primeras filas de delante del escenario...Le está muy bien...A mitad del concierto se lo quitará, quedando con otra cazadora negra...Claudio también "en altura" tiene los movimientos de una pantera, es muy sensual tal como desde hace tiempo nos hemos acostumbrado a admirarlo ¡tan diferente del muchacho melenudo -ya bastante fascinante pero efectivamente taciturno y un poco rígido- que estaba en el escenario de los conciertos de los años ochenta (¡Yo estaba!)...
¡Está realmente de buen ver!

 

¡¡¡  LOS VÍDEOS DEL CONCIERTO  !!!     AQUÍ

 

El concierto propiamente dicho es de nivel sencillamente fenomenal por la potencia y la pureza de la voz de Clà, además de por el brío y la vivacidad que él derrocha a manos llenas. Es extraordinario si se piensa que Claudio acabará el concierto después de dos largas horas (la crónica de la Provincia de Sondrio, periódico local, el lunes siguiente, evidenciará que jamás ninguno de los conciertos del Mottolino ha durado tanto) a más de 2.500 metros de altitud, respirando así pues un aire mucho más enrarecido que el usual...Él no ha parecido resentirse ni una pizca por la altitud y sigue durante todo el tiempo haciéndonos las delicias con sus agudos y sus notas finales larguísimas (que personalmente me hacen enloquecer: perdí completamente la voz a fuerza de gritarle "¡Bravo!" después de cada una de estas interpretaciones vocales), mientras los músicos -entre los cuales en particular el mismo Gianolio- continuaban sin parecer vivarachos ni reaccionaban físicamente, pobrecitos, tanto que, al final, ¡hasta el Gran'Uomo se burlaba de ellos de modo afectuoso por su escasa resistencia!
He aquí algunas "perlas" humorísticas del chocante Claudio de Livigno:

-"¡¡Pero ¿quién os manda hacer esto?!! (dirigiéndose a nosotros, entre una carcajada y otra)
-""¡¡Pero mirad un momento lo que nos toca hacer!!" (decía esto por él mismo y su banda; se veía, en realidad, que estaba muy feliz de ver la oceánica formación -un público coloreado, cantarín y festivo que la prensa local estimó en 5.000 personas- que se extendía a los pies del escenario dispuesto sobre la nieve)
-"¿Tenéis frío?" (él, a mitad concierto) -"¡¡Nooooo...!!" (nosotros)
-"Bien, entonces adelante..." (él) -"¡¡Síiiiiii...!! (nosotros)

-"Perdonad, he estado un instante en el bar" (en un momento en el que había cogido un vaso de agua de detrás del escenario, dejándonos a nosotros cantar en su lugar)

-"Te amo, lo juro, lo juro por Arturo" (durante el estribillo de QPGA, riendo como un niño). Que yo sepa lo había hecho hasta el momento sólo en el Palalottomatica el pasado febrero y yo envidiaba un poco al público romano porque había tenido la fortuna de asistir a este gag hilarante. ¡Gracias Claudio por haberlo "repetido" en Livigno!
-"Mi diceva sei una frana (frana=derrumbre, hundimiento, desastre) ..." -NB: En español en QPGA dice "Me decía no vales nada"- (También durante la ejecución de QPGA , al llegar a este famosísimo verso, Claudio guiña, indicando con el dedo las montañas y las pistas nevadas que se elevan ante sus ojos, y...¡comienza a hacer cuernos y conjuros con ambas manos contra el "peligro de avalancha" involuntariamente evocado por él mismo!)
-"¿El próximo concierto dónde podemos hacerlo ya después del de hoy? ¡Estamos indecisos en si mejor hacerlo entre la lava de un volcán o bajo el agua!" (al final del concierto).

Me emocionó ver a Claudio sonriendo y mirando estático - mientras que él cantaba en el escenario - un papel que volaba en el viento, como en aquella escena muy bonita de la peli norteamericana American Beauty (1999), si alguno de vosotr@s la ha visto ...
Tal vez ese papel llamó su atención porque él se acordaba de las letras en "Quante volte"/"Cuántas veces", con su bella imagen de los "Mulinelli di cartacce"/"Molinillos de papeles".
De todas maneras, me emocionó ver en la cara de Claudio esa feliz sonrisa de niño mientras que él fijaba sus dulces ojos miopes en el papel volante ... Pensé que este hombre sabe ver poesía en todos los lugares, hasta en una papel que vuela ...

Al más puro "estilo Crescendo", el concierto concluye con la clásica tríada "Io sono qui- La vita è adesso-Via".
Con "La vita è adesso" Claudio renueva su invitación ya bien conocida: "Brinca en esta vida, ama la vida, brinca en la vida..."
Mientras tanto, sin embargo, el manto nevado se me había quedado helado debajo de las suelas de neumático de las zapatillas de trekking, así que intento hacer lo más que puedo para saltar junto a Claudio -con todo el vigor del que soy capaz después de casi 6 horas pasadas en pie- sin romperme una pierna o algo peor...Misión cumplida ¡afortunadamente!

También "Via" la cantó. Ha terminado, desgraciadamente. Y ya el sentido de vacío tan típico del post-concierto me invade mientras volvemos al valle con el funicular. Mis amigos lombardos vuelven todos a sus respectivas casas la misma noche, mientras yo soy la única de nuestra pandilla que se quedará a dormir otra noche en Livigno. ¿Qué hago en estas horas que me quedan antes de cenar? Me decido por hacer unas compras -muy conveniente aquí- en una tienda de perfumería. Al salir de allí, capta mi atención un letrero de fotógrafo..."Revelado rápido en 25 minutos". ¡Fantástico! Podré tener enseguida conmigo las imágenes de este inolvidable concierto blanco...Depositados mis tres carretes en la tienda del fotógrafo, me doy otra vuelta sin rumbo y me tropiezo con Chiara, Fabio y Nicole que están partiendo en coche; los saludo definitivamente y vuelvo a la perfumería para acabar de comprar.


A las 19.30 regreso al fotógrafo y retiro mis montón de 80 fotos, todas buenísimas (estaba a un metro del escenario, mi cámara tiene zoom y la luz natural del día era simplemente perfecta). Compro allí un bonito álbum fotográfico de cubierta rígida y salgo de la tienda...
¿Con quién me tropiezo apenas salgo del fotógrafo? ¡Con Fabione y con otro chico del grupo de Claudio! Los dos están justo enfrente de mí. Me animo y le suelto: "Fabione...". El macizo guardaespaldas de Claudio me dice: "Sí...". Yo me lanzo en un sentidísimo elogio del concierto de Claudio, magnificando sobre todo el aspecto de la potencia vocal mantenida por él, a pesar de las difíciles condiciones de altura. Fabione concuerda conmigo y promete contarle a Claudio mi parecer.
Con la mirada los sigo mientras se alejan, pero, cuando todavía los dos están "a tiro", me acuerdo que tengo conmigo unas 80 fotos de Claudio, a cuál más bella, hechas durante el concierto y ¡aún calientes del revelado! Tomo carrerilla, alcanzo a Fabione y le pido que él elija una para dársela a Claudio. Gentilísimo, Fabione empieza a elegir la que le parece la foto más bonita y me tiende él (¡) la pluma para que escriba detrás unas pocas líneas, que creo recordar decían más o menos así (estaba algo en trance):
"Querido Claudio ¡hoy has estado aún más fenomenal que de costumbre! ¡GRACIAS MUCHÍSIMAS! Alberta".

 

Foto elegida por Fabione

Ya este "intermedio" del todo inesperado bastaría para coronar dignamente la jornada, pero...¡mi suerte no ha terminado todavía! Veo a Fabione y a su colega entrar en un hotel a dos pasos de allí, el Hotel Spol...Acabo de descubrir -de casualidad del todo- donde se aloja Claudio. Entro con aplomo en el hotel; en la recepción hay una señora no muy joven de cara bonachona. Tengo aún el Pass del Clab en el cuello, estoy aún vestida "de concierto"...La señora sonríe y me confirma que Claudio está hospedado allí. "En este momento está en la habitación, si quiere dejarle un escrito, otros lo han hecho ya" (me enseña un gran sobre blanco hinchado, lleno de sobres más pequeños)..."Después le haré subir yo todo a la habitación...".

No soy persona "fanática de ídolos", verdaderamente no, pero ¿vosotros qué habríais hecho en mi lugar en aquel trance? Relleno de prisa el cartoncito con sobre que la gentil señora de la recepción me ofrece. Escribo muy desordenadamente a Claudio lo que me viene a la mente en ese momento...que soy yo la autora de la foto que Fabione quizás le ha entregado ya; que he hecho 9 horas de viaje sin cerrar ojo y otras tantas que me haré al regreso, porque valía mucho la pena; que lo sigo inmutablemente desde 1975; que hoy en Livigno él simplemente se ha superado...Le escribo también mi dirección de casa (en la para mí improbable y remota posibilidad que sintiese el deseo de escribirme allí). En el sobre que contiene el cartoncito escribo "Para Claudio -Grand'uomo- Livigno 25.4.2004". Doy las gracias a la señora de la recepción y salgo.

"¿Y ahora qué hago'", pienso. "Está claro pues, aquí fuera hay un banco confortable y yo tengo un montón de fotos que meter en el álbum que acabo de comprar...Tengo, al fin y al cabo, una excusa más que válida para estarme sentada aquí fuera en el banco y echar de vez en cuando alguna mirada estratégica...". Así lo hago. Unos pocos minutos después se une a mí otra chica. Congeniamos al instante, ya me he dado cuenta desde hace tiempo que esto es una praxis normal entre los baglionianos. Ella es Antonella, de Génova, pero sus padres son del Véneto como yo. Antonella me dice que hace poco que ella está dando vueltas por allí, precisamente desde que le pareció ver a Claudio -o a su doble- asomarse a la ventana. Le confirmo que Claudio se aloja justo allí y decidimos esperar juntas eventuales nuevos acontecimientos.

Despues de unos 20 minutos más o menos, comienza a notarse una cierta agitación "in loco" (en el lugar); grandes coches de cristales tintados llegan al edificio que está delante de la entrada del hotel...Desde la ventana del hall vemos que mientras tanto han bajado Fabione y Paolo Gianolio. Baja también Rosella y ella es quizás la primera en salir del hotel. Lleva un largo abrigo blanco con los bordes de piel blanca, está guapísima, bronceadísima como siempre, el pelo largo negro suelto por la espalda. Me la encuentro justo de frente. Le suelto: "¿Rossella...?". Ella, gentilísima como todas las personas que he encontrado en esta inesperada y afortunada "contraprogramación", asiente sonriendo. Le digo a Rossella lo mismo que le había dicho a Fabione respecto a la belleza extraordinaria -y especial en su totalidad- del concierto de hoy, de nuevo expresando toda mi admiración por la inmensa interpretación vocal de Claudio a una cota de 2.500 metros. La sonrisa de Rossella se ensancha, mientras ella añade con calor a mi breve análisis del concierto: "Sí, sí, tienes razón...ha salido muy bien...¡Estamos todos de verdad contentos!". Le enseño mi voluminoso álbum fotográfico con las imágenes de Claudio en el concierto, preguntándole si quiere autografiármelo. Rossella tiene algo de reparo y me dice: "Sí...más bien no, mi firma aquí no estaría bien, es tan bonito, háztelo autografiar sólo por Claudio en la primera página...". Acabamos alcanzando una especie de compromiso, en el sentido que Rossella me escribe una pequeña dedicatoria bastante bonita en la última página del álbum y no en la primera. Le doy la mano diciéndole que he tenido mucho gusto en conocerla, lo que es la pura verdad; me ha impresionado la extrema disponibilidad, gentileza y sencillez de la compañera de Claudio.

Mi nueva amiga Antonella, que ha asistido a la escena, me propone entonces entrar en el hall: ha visto que Claudio, por fin ha bajado y ya está allí firmando sus autógrafos, rodeado de un grupo reducido de admiradores. Entramos también nosotras...la cara de Claudio es de verdad bellísima a pocos centímetros de distancia, mucho más que en TV o en fotografía. Como siempre me arrebata la increíble dulzura de su sonrisa.
Claudio lleva las mismas gafas de vista que llevaba al inicio del concierto (son, para entendernos, las que tenía en casa del joven Alessandro Manzella en Padova en el vídeo de Maurizio Costanzo Show. ¡Tengo que decir que el look de profesor me gusta mucho!). Está de muy buen humor, se para con todos los fans presentes en el minúsculo hall a pesar de que Fabione continúe "tirándole de la chaqueta" diciendo que los esperan a cenar y ya van con retraso...Cla' no le hace mucho caso. Firma con toda calma el Pass de una clabber bautizada con muchos nombres, preguntando "¿Con cuál de estos nombre quieres que te lo autografíe?".
Nuestro Claudio se topa hasta con el caso de tener que autografiar un vídeo de los dibujos animados "El rey León", que con él seguramente no tiene nada que ver..."¡¡¡¿Uh...?!!! ¿Y esto qué es...? pregunta asombrado. -Es el rey León, le gusta muchísimo a nuestro hijo Filippo (el padre de Filipo señala un espabilado niño rubio que da vueltas jugando entre un fan y otro en el pequeño hall del hotel). -Está bien, entonces...para Filippo, ¡Viva el rey León!".
Y ahora enfrente de Claudio estoy yo...que con una sonrisa le pongo delante mi álbum de fotografías del concierto de hoy, abierto por la página en la que está el autógrafo hecho hace poco por su novia. Pienso algo divertido o bromista que decirle; salgo con "Mira un momento aquí, quien me lo ha ya firmado...¡No puedo privarte de hacerlo también tú, en la misma página...!".
Claudio da una ojeada a las dos líneas con pluma dejadas por Rossella, sonríe, está de acuerdo...y así ahora mi última página del álbum fotográfico es realmente algo para enmarcar...

 

La "comitiva" en grupo sale del hall. Antonella me dice que, mientras, le ha logrado hacer algunas fotos de cerca a Cla' y me pide que le escriba mi dirección de casa para podérmelas enviar.
Allí están, ahora han subido todos a bordo de sus coches de cristales tintados y se disipan en la oscuridad. Antonella y yo nos miramos, aún un poco incrédulas. No teníamos planificado nada de todo aquello, ambas pasábamos por allí de casualidad, ha sucedido "por sí mismo". A fin de cuentas, es verdad que la vida existe ahora (La vita è adesso), pero no hay que olvidar que el sueño existe siempre (Il sogno è sempre)...

Alberta

 

N.B.: Está sonando el midi de "Giorni di neve"

 

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