XI RADUNO (17-XII-05) Palacio de Deportes MandelaForum-Florencia GRACIAS POR: - Las fotos de Eclissi-Romana, Misurina-Pepi, Acqua-Sonnia, Via-María, Leo, Gianluca www.radiocucaio.com y Nando Papa http://www.tonyassante.com/baglioni/2005/XIRADUNO/menunando.htm - El relato de Quantevolte-Karmen
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SOLOCLAUDIO.COM en FLORENCIA
El equipo que, por primera vez, representaría a SoloClaudio.com en un Raduno del CLAB estaba formado por catorce personas procedentes de Cataluña, la Comunidad Valenciana, Murcia, Suiza, Italia y Madrid. En grupos de una o dos personas partiríamos desde diferentes lugares, con diversos trayectos, por distintos medios de desplazamiento, y con calendarios que tendrían como momento y lugar común la tarde del 17 de Diciembre de 2005 en el Nelson Mandela Forum de Florencia.
VIERNES 16 DE DICIEMBRE DE 2005 (TARDE Y NOCHE)
Aterrizaje en Peretola, ya de noche. Agradable temperatura de invierno y aire algo húmedo. Autobús hacia la ciudad, calles poco iluminadas, escueta y monótona decoración navideña en las vías comerciales, escaso parecido con los rutilantes despliegues ornamentales y luminotécnicos de Madrid. Los primeros encuentros tuvieron lugar ante la puerta de un hotel cuyo nombre, BAGLIONI, no podía ser más apropiado para la ocasión.
(foto del libro Notti di note)
(foto del libro Notti di note)
Cuando ya nos habíamos reunido prácticamente todos, nos encaminamos hacia un restaurante donde teníamos reservada una mesa. A la cena se habían unido Rosaria y unas amigas italianas y, poco después, apareció el imprescindible Vincenzo, tan campante con su maleta, acompañado por un muchacho llamado Danilo que también venía con equipaje. La ayuda de Romana, Andy, Vincenzo y Danilo sería fundamental en esta aventura.
Como ya es suficientemente popular el tatuaje de Romana, no sorprenderá saber que en aquella primera reunión hubo besamanos, además de bromas, regalos, fotos, grabación audiovisual, conversaciones a medio acabar o cruzadas en itañolo o en espaliano... ¡a saber qué idioma estábamos hablando, pero nos entendíamos más o menos!. Brindamos por todos los que no nos acompañaban. Chocábamos nuestras copas pronunciando las palabras mágicas: “Tutti qui”...
¡Noticia bomba! Vincenzo, quien acababa de recibir una llamada telefónica, nos hizo saber que Claudio estaba en el Palasport haciendo las últimas pruebas de sonido y luces y sugirió que fuéramos todos a verle salir cuando hubiera terminado. Efectivamente, todos decidimos acompañarle, excepto Avrai y Toni porque estaban agotados del viaje. Reconocimos el lugar donde, supuestamente, se hallaba Claudio porque había luz en el interior del pabellón, Sandrone vigilaba el acceso y a la puerta habría unas treinta o cuarenta personas, con algunas de las cuales habíamos coincidido en el concierto de Madrid del mes de julio. En contra de lo que pensábamos, no hacía tanto frío como temíamos antes de iniciar este viaje; no obstante, la bandera a modo de mantón se agradecía y estuvimos un rato “haciendo patria” cantando algún que otro fragmento de copla. Entre risas, nos hicimos fotos ante los gestos de cierto asombro del resto de fans que estaba por allí cerca. Zowie decía, entre carcajadas, que España seguía siendo diferente. La verdad es que vérsenos... se nos veía a la legua y, a falta de pancarta en aquel momento, las banderas dejaban constancia de nuestra presencia.
Salió Paolo Gianolio, guitarrista habitual de Claudio, sonriente y respondiendo con amabilidad a los saludos. Hubo gran revuelo cuando distinguimos el cabello canoso de Claudio tras la cristalera. Baglioni hablaba con alguien; estaría, sin duda, intercambiando pareceres para ultimar detalles del evento de la tarde siguiente. Fuera del vestíbulo, volvió a detenerse unos instantes para charlar brevemente con otro de sus colaboradores. Una entusiasta exclamación colectiva de júbilo recibió a Claudio mientras se encaminaba hacia un coche de cristales oscuros. Alzábamos nuestros brazos, sacudíamos nuestras manos y decíamos en voz bien alta: “Ciao, Claudio, ciao...” Él respondía sonriente a nuestros saludos. Con gesto amable, simpático y agradecido él también agitaba sus manos mientras se dirigía hacia el vehículo en donde Rossella ya había ocupado el asiento de copiloto. Nos habíamos dispersado en dos columnas paralelas, dejando un pasillo intermedio por donde podría circular el automóvil; pero, apenas hubo avanzado unos metros, el chófer tuvo que parar porque, en tropel, nos habíamos arremolinado en torno al coche. Fueron tan sólo unos segundos, pero suficientes para percibir que Claudio, con una amplia sonrisa, nos saludaba con ambas manos desde el interior. ¡Seguro de que vio aquellos rabiosos rojo y gualda que llevábamos!
SÁBADO 17 DE DICIEMBRE DE 2005 (MAÑANA Y TARDE )
Como disponíamos de muy poco tiempo y queríamos hacer mucho, había que priorizar, y, en pocos minutos ya habíamos hecho casi todas las compras de discos de Claudio Baglioni y música italiana que llevábamos en mente.
Nuestros amigos italianos nos comunicaron que ya estaban ante las puertas del Nelson Mandela Forum y decidimos separarnos: unos iríamos hacia el complejo deportivo e intentaríamos tomar sitio para los demás, siempre que fuera posible, y otros harían una breve visita por la ciudad para luego encontrarnos en el concierto.
En el Palasport cientos de personas se agolpaban ante una reja verde cerrada a cal y canto y custodiada por los aguerridos compañeros de Sandrone. Intuimos que, una vez dentro, sería francamente imposible guardar siquiera un par de huecos para los que llegaran más tarde.
En primera línea estaban Vincenzo, Andy, Danilo y Romana, quien respiró con alivio en cuanto nos vio y le dimos la pancarta. ¡Llevaban allí desde la nueve de la mañana! Volvimos a nuestro sitio a guardar turno y, al cabo de pocos minutos abrieron una primera reja y estábamos inmersos en una multitud con la que habríamos de convivir, codo con codo, alguna que otra larga hora. La verdad es que el tiempo pasaba bastante ligero gracias a la entretenida cháchara y a las frecuentes llamadas telefónicas que recibíamos de quienes se iban incorporando a la cola sucesivamente. Para situarnos, resultó muy práctica una banderita de ésas que venden en los puestos de souvenirs.
Una vez dentro del recinto, vimos cómo rápidamente se iban ocupando las gradas de aquel lugar con capacidad para más de seis mil espectadores. Nos situamos en la fila de asientos inmediata a nuestra izquierda: estaríamos frente al escenario y gozaríamos de una panorámica general. En una barandilla situada frente a nosotros, detrás de lo que habría de ser el escenario, tres figuras estaban colgando las pancartas “IO SONO QUI.NET”, “CLAUDIO, PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD” y “TONYASSANTE.COM”. En efecto, la ayuda de nuestra conexión italiana estaba siendo valiosísima.
Parecía un sueño lo que estábamos viviendo, no acabábamos de asimilar que nos encontrásemos en un palacio deportivo de Florencia a punto de presenciar un concierto de Claudio Baglioni en calidad de clabbers.
LA SCALETTA Gracias a las anotaciones difundidas a través de internet por Ivan de Napoli y a la siempre valiosa colaboración de Stelle.
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¡Aquellas más de cinco horas de festival ininterrumpido habían sido grabadas...! ¿Película, documental, disco... obsequio para los clabbers? En efecto, también ha sido éste el caso.
La scaletta fuera acaso el más destacado punto del orden del día de aquella peculiar reunión, puesto que servía como hilo conductor. Sin embargo, allí presenciamos mucho más que una asamblea, una fiesta o un magnífico concierto. Y podemos destacar:
LA VOZ DE CLAUDIO Magnífica, portentosa, modulada, versátil, llena de matices... sobresaliente sobre todas las demás con tan sólo abrir la boca.
SU PRESENCIA Claudio llenaba el escenario. No se trataba de su buena planta, sino de su manera de desenvolverse: tranquilo, sencillo, seguro, atento, decidido, simpático, jovial, hospitalario, cariñoso.
Con buen humor, Claudio hizo responsable a mamma Silvia de todo lo que sucediera allí a partir de entonces... Enternecedora manera de agradecer a su madre el haberle dado la vida y de dedicarle aquellas horas de música y amistad.
· él conducía el espectáculo; · él presentaba a los invitados que, dejando sus asientos de la zona reservada, eran recibidos afectuosamente en el escenario; · él cantaba con ellos, les acompañaba al piano, al teclado, a la guitarra o les cedía el micrófono para que interpretaran sus propias creaciones; · pero Baglioni siempre permanecía cerca, en la penumbra se le distinguía pendiente de todo. ¡Y Claudio era un mago...! En un hábil ejercicio de prestidigitación musical había desaparecido. La irrupción de la banda de música y la camuflada versión de Buona fortuna habían distraído la atención del público.
INSÓLITO REPERTORIO Aparte de que Quei due o Nudo di donna, por poner dos ejemplos, son poco frecuentes en sus directos, también pudimos paladear magníficas re-visitaciones capaces de dotar de nueva vida a trabajos de anteriores décadas, tanto propios como ajenos o clásicos. La equilibrada alternancia de temas rítmicos y melódicos alcanzó momentos verdaderamente sublimes. Lo que también hacía insólita la scaletta era, obviamente, la participación de otras personas interpretando a dúo con Claudio no sólo composiciones baglionianas, sino creaciones propias. Esto, sin embargo, no fue del agrado de todos los presentes en el Palasport.
AMBIENTE EN ESCENA Y EN LAS GRADAS Aquello era una fiesta y se respiraba un agradable aire festivo. Todos formábamos una masa entusiasta que coreaba cada canción, batía palmas, bailaba, saltaba, gritaba... Claudio Baglioni era una insólita estrella muy próxima a su público porque con él mantenía una relación en la que cabían la distancia y la confianza, la seriedad y el chiste. Aquello también era un gran festival de música italiana, porque, siguiendo un orden más o menos cronológico, Claudio estaba repasando su carrera artística. Baglioni, a su modo, estaba también haciendo balance porque por el escenario desfilaban desde compañeros de antaño como Antonio Coggio, colaboradores y amigos como el entrañable Walter Savelli, nuevos y aclamados nuevos intérpretes como Paolo Vallesi y jóvenes promesas como su hijo Giovanni. En el escenario, nuestro anfitrión daba la bienvenida a cada persona y de todos se despedía con un par de besos que resonaban en todo el recinto.También se aproximaba a las gradas... entonces los agentes de seguridad entraban en acción para contener al gentío que intentaba acercarse y rozar al ídolo.
ALGUNA INCIDENCIA Claudio acompañaba al piano a uno de sus invitados que cantaba un tema a la guitarra. Entonces se oyó una tremenda pitada y exclamaciones de protesta que fueron respondidas primero por Claudio que, girando la cabeza, envió hacia aquel flanco una mirada asesina de reprobación y luego por el resto del público que, con aplausos, acallamos aquel gesto irrespetuoso para con el anfitrión y su convidado.
NOSOTR@S ¡Todos estuvimos haciendo llamadas! Queríamos hacer partícipes a quienes no habían podido acompañarnos. Gracias a la telefonía móvil llegaban los ecos de aquel extraordinario episodio a Alicante, Badajoz, Barcelona, Granada, Huesca, Madrid, Tenerife o Valencia. Al otro lado de nuestros auriculares estallaban el grito de sorpresa, la exclamación de gratitud o las lágrimas de emoción. Romana y compañía estaban en primera línea, que bien merecido lo tenían. Otros estaban bastante bien acomodados en un lateral o en la zona central, frente al escenario. A la hora de intercambiar pareceres podría ser interesante el haber gozado de distintas perspectivas.
Al estar disperso el equipo, nuestra presencia se hacía visible en diversos puntos del recinto. La pancarta, la compañera de trapo, se veía muy bien y hubo quien la señalaba para preguntarnos si era nuestra. Varias personas de nuestro alrededor nos preguntaron de dónde éramos y sonreían con un simpático gesto de asombro cuando respondíamos que éramos del Club de Fans de España.
Cuando, por fin, nos reunimos, quien no estaba hipnotizado estaba emocionado o estaba boquiabierto; pero todos bastante satisfechos. Cuando Vincenzo trajo la pancarta nos dijo que fuera nos estaba esperando Tony Assante, quien nos saludó cordialmente a todos y cada uno antes de partir en el autocar que le había traído con otros seguidores. Durante la cena en la trattoria, con el estómago algo más lleno y un poquitín más relajados estuvimos intercambiando pareceres.
Todos coincidíamos en que lo que habíamos presenciado nos había gustado mucho y que el viaje no había sido en balde. Quienes conocían más el panorama musical italiano habrían preferido menos participación de invitados; en cambio, para quienes no lo conocíamos aquella exhibición había sido muy ilustrativa. ¡Caramba! Si eso era una muestra de lo que se cocía en el mercado italiano... vergüenza daba compararlo con el nuestro. ¡Cómo para pedir a muchos de los que triunfan en España, además de fotogenia y algo de voz, que toquen algo más que las palmas o compongan canciones!
Karmen-Quante volte
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